KWIATKOSKI, EL POLACO EMERGENTE

» Valverde, un bronce más

“ COMO ES NUESTRA CONFIANZA, ES NUESTRA CAPACIDAD” (William Hazlitt, escritor inglés. 1778-1830)

Michal Kwiatkowski. Este polaco de 24 años no partía como favorito en las apuestas para ganar el Mundial. Estaba entre el ramillete de corredores a vigilar por supuesto, porque esta temporada había explotado y a principios de año se hartó de ganar carreras y obtener buenos de honor: en Mallorca, la Vuelta al Algarve, la Strade Bianche, en el Tour de Romandía, en el de Gran Bretaña, en la Tirreno campeonato de Polonia contrarreloj, podio en País Vasco, en la Flecha Walone, en la Lieja-Bastogne-Lieja…. Alguien que hace algo así un año implica clase y fuerza a raudales.

Pero he aquí que “fracasó” en el Tour. Como si con su edad y habiendo estado a tope desde primeros de años tuviera por obligación que luchar por el podio. ¿Lo desmoralizó? Todo lo contrario: lo espoleó. Se concentró en altitud y preparó con mimo el Mundial.

Tenía confianza en sí mismo. Y lo tenía también la selección de Polonia. En los años que llevo viendo ciclismo no había visto nunca a la selección polaca siendo tan activa. Pero claro, no tenía nunca a un “Kwiatowski”. Y todos los demás debían de haberse dado cuenta.

Porque en un Mundial sabes que prácticamente 240 kms de nada sirven. Bueno sí, para desgastar , para ir limando fuerzas, … pero lo decisivo está en la parte final de la última vuelta. Y ahí surgió el polaco . Y lo hizo además en el descenso , donde nadie esperaba. Arriesgó para coger a los fugados y cuando se inició el último repecho …. Bye, bye (no se polaco) .

El hueco es pequeño pero a esas alturas significativo. Purito hace lo que tenía que hacer : saltar y tratar de achicar hueco. Gilbert y Valverde lo complementan. Pero nada. 7 segundos arriba son suficientes. Sobre todo cuando detrás el grupo formado, ese que ha dejado por fin la incómoda presencia de los velocistas (Kristoff, Degenkolb, Bouhanni) es la “creme de la creme”: Gerrans, Gilbert, Van Avermaet, Gallopin,… y por supuesto Valverde. El vilipendiado en julio, el que decepcionó por no haber sido capaz de subir al podio de París. Mucho gallo. Si el relevo es demasiado potente gastas las escasas fuerzas que quedan y luego te rematan al esprint. Y si por delante tienes a todo un purasangre como Michal Kwiatkowski, olvídate del arco iris y piensa en una medalla de plata o bronce. La primera para el que tenía que ser: para el australiano Simon Gerrrans, la bestia negra de Valverde, ese que siempre es un pelín más rápido que él. Y para el murciano una nueva medalla más, la tercera de bronce consecutiva, la sexta en su palmarés. Sí, ninguna de oro y es una injusticia, pero hoy ha sido justo que gane el polaco. Así es el ciclismo.

Este corredor de nombre casi impronunciable ha logrado lo que ningún compatriota había hecho a lo largo de la historia. Ha hecho bueno además el trabajo de su selección, quien ha tenido una fe ciega en él, una confianza que de nada hubiera servido sin la capacidad de su líder.

Confianza por cierto que no tuvo Unzúe en él cuando el polaco debutó en profesionales en el 2010 con Caja Rural y solo un año después se lo llevaba Trek porque no lo quisieron para el Movistar. Más confió aún Lefevere que se lo fichó para el Omega después. Más de uno se tirará hoy de los pelos. Cuestión de confianza. Cuestión de capacidad.