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EL TEMIDO FLATO

No creo que haya nadie que no haya experimentado el famoso flato bien entrenando o bien compitiendo. Esto no es otra cosa que un dolor abdominal que aparece cuando practicamos algún tipo de ejercicio físico y que se origina en base a diferentes causas. Asimismo difieren en función de su ubicación
Siempre hablamos de “flato” en general pero en realidad existen diversos tipos y no todos ellos tienen la misma causa:

• los claviculares que pueden encontrarse a la derecha o a la izquierda
• los flatos bajo las costillas ( también a la derecha o a la izquierda)
• Los que se ubican en el estómago

Pero veamos por qué se producen. En líneas generales son debidos a una mala oxigenación de los músculos excepto los que afectan a las clavículas que proceden de problemas circulatorios temporales. Y es que durante el esfuerzo, la respiración se hace más rápida y los intercambios sanguíneos y el aporte de oxígeno se ven modificados. El bazo y el hígado pueden recibir demasiada sangre y ralentizar el sistema respiratorio, causando dolor a nivel de las clavículas.

En cuanto a los demás flatos, como decíamos, se originan por una mala oxigenación de los músculos, diafragma, músculos intercostales y músculos abdominale. Las contracciones de estos músculos, y particularmente del diafragma, son más numerosas durante la práctica de una actividad física, la sangre no tiene siempre el tiempo suficiente para llegar hasta los músculos. Todo ello provoca que haya un déficit de sangre y de oxígeno que obliga al músculo a contraerse. Ahí tenemos ya el temido flato.

Pero éste también puede surgir por culpa de una comida demasiado copiosa: la sangre afluye más hacia el tubo digestivo y menos hacia los músculos, éstos no pueden seguir y se contraen de manera dolorosa.

COMO EVITARLOS

* Como viene siendo habitual más vale prevenir que combatirlos. Entre las normas básicas está por supuesto comer al menos 3 horas antes de la práctica deportiva intensa para que haya dado tiempo a digerir los alimentos.

* Hay que beber a menudo pequeños tragos y hacerlo despacio. Eso sí, desterrad la falsa creencia: una vez que nos ha dado el flato , es inútil beber.

* Hemos visto que el diafragma es clave para su aparición. Pues bien, éste se puede “calentar”.Para eso, tendrás que invertir los movimientos de respiración clásicos: inspira por la boca metiendo la tripa hacia dentro y expira hinchándola. Repite esta operación unas diez veces.

* Hay que empezar cada t entrenamiento con un ritmo suave para ir incrementando progresivamente el ritmo. De esta manera será más fácil la regulación del flujo sanguíneo. Si se trata de una competición hay que calentar muy bien.
Respira profundamente durante el esfuerzo. Cuanto mayor es la intensidad de la actividad, más acentuada debe ser tu expiración.

QUÉ HACER PARA QUE DESAPAREZCAN

Puede que hagas todo esto y a pesar de ello aparezcan. Si notas su dolor, lo puedes hacer desaparecer presionando sobre éste bastante fuerte con las manos tensadas. Inclínate simultáneamente del lado de la molestia soplando. No tienes porqué parar el esfuerzo para que desaparezca el dolor. Sin embargo se recomienda aminorar el ritmo y concentrarse sobre su respiración que ha de ser lenta, profunda y regular.

En cuanto a los «trucos» caseros, se aconseja a veces apretar el puño del lado del dolor, sujetando o no una piedra y aminorando ligeramente el ritmo.

Si, a pesar de todo, el flato persiste, suspende el esfuerzo, respira tranquilamente y vuelve despacio. Si el dolor se vuelve intenso y perdura incluso habiendo suspendido el entrenamiento, consulta de inmediato a tu médico.


Fuente : salud+deporte.com (clínica Beuman) y propia.

   

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