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ADELGAZAR "NO" ES FACIL

Inevitable por estas fechas. Primavera, buen tiempo, empieza a sobrar la ropa … y la gente descubre que también los kilos. Hasta ahora, tratando con ciclistas, con atletas, triatletas, ….mi batalla era hacerles bajar un poco de peso para más rendimiento en du deporte. Pero con mi nueva faceta que complementa mi trabajo en un gimnasio, llegan ya ante mí casos para echarse las manos a la cabeza. Porque en ocasiones hay que ser “malo”, “abandonado”, “descuidado”, “vago”, ….. para llegar a una situación así. Te das cuenta de cómo un hábito determinado adquirido en la infancia se mantiene y se afianza con los años hasta llegar a algo ya preocupante. La educación desde que se es bebé es clave. Pero aquí siempre se falla.
Sobrean 15 o 20 kgs y claro, hay que perderlos en un par de meses. No hay problema: la sociedad moderna tiene solución para todo. El porcentaje que decide empezar a practicar deporte con regularidad cree que con su loable esfuerzo está todo arreglado. Que vamos, que poniéndose la camiseta y las zapatillas, … ya tiene mucho ganado. Llegan al gimnasio y te dicen “ Quiero una rutina para perder “. Y otros más sutiles “Quiero una rutina para definir”. ¿Perder cuanto? Los kilos y kilos de cervecitas, embutidos, fritos, pizzas…que te has comido durante años. ¿Definir qué? Queda algo de músculo ahí?
…. Pues no hay que hacer kilómetros! No hay que mover pesas y pesas! (todo ello en combinación con la dieta adecuada). Cuando señalan lo “marcado” que estoy pienso en las vueltas al mundo que podría haber dado con los kilómetros acumulados desde niño con la bici, corriendo y nadando….

Y luego están los métodos mágico, las dietas de moda, los productos milagrosos, … Por eso me ha encantando un libro de Juan Revenga cuyo título lo dice todo: “Adelgázame, miénteme” "Todos deberían acabar en la hoguera: hacen más mal que bien", asegura este dietista-nutricionista empeñado en contar la verdad sobre la industria del adelgazamiento, esa que gana millones vendiendo libros, programas o pastillas con la promesa de acabar para siempre con los michelines
Éstos son algunos de los muy extendidos mitos antigrasa que desmonta Revenga.
1) Adelgazar es fácil
O "adelgazar es fácil si sigues mi método y compras la moto que te voy a vender". Revenga te enfrenta a la cruda realidad: perder peso de forma duradera no es imposible, pero sí difícil. "Lo digo porque tengo pruebas; de hecho todos las tenemos", asegura. "De 1980 a 2013 hemos asistido a un incremento del sobrepeso y de la obesidad en el mundo cifrado en el 28% en el caso de los adultos. En el caso de los niños es aun peor, el incremento ha sido del 47% en el mismo periodo. Al mismo tiempo, durante estos años la profusión de dietas, métodos y productos adelgazantes ha ido in crescendo hasta alcanzar el paroxismo. En resumen, más dietas, más remedios milagrosos y también más campañas (inútiles) de las autoridades sanitarias, y el resultado cada vez es peor. Será, digo yo, que adelgazar no es nada fácil. Y por eso también digo que quien así lo afirma, miente como un bellaco o no tiene ni idea de qué va la película".

2) Si un producto adelgazante se vende en la farmacia, algo hará
Las farmacias se han convertido en auténticos bazares del adelgazamiento. ¿Es su oferta más fiable porque se venda allí? La respuesta es un gigantesco no: Revenga cuenta en su libro que estos productos están considerados "suplementos dietéticos", por lo que podrían venderse en un supermercado, una herboristería o en el chino de abajo. "En la cultura general se hace descansar en las farmacias una especie de excelencia en el conocimiento sanitario que a día de hoy está muy alejada de la realidad. En muchas (no todas) se venden productos milagro a mansalva que son ineficaces: homeopatía, productos supuestamente adelgazantes, aromaterapia, etcétera, haciendo una serie de alegaciones totalmente falaces y sin evidencia científica. En mi opinión deberían vender productos seguros con contrastada eficacia. El resto de la mercadería debería irse a otros puntos de venta distintos o mejor aún, directamente a la basura".
3) "A mí me funciona"
El amimefuncionismo es un argumento al que recurren con frecuencia los defensores de la llamada "medicina alternativa", pero que también que sirve para defender los productos y dietas milagro contra la gordura. "En el ascensor de casa la vecina del quinto te dice que a su prima, la de Alicante, le ha ido muy bien para perder peso el tomar, por ejemplo, café verde. Es más, te cuenta que ella misma también lo ha utilizado con buenos resultados y por eso te dice: a-mí-me-funciona", explica Revenga.
Deducir que el café verde u otras mandangas son efectivas porque alguien te cuenta que les ha ido bien es peligroso. "Tal como está recogido Documento de Consenso sobre recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos, cualquier método inadecuado que prometa adelgazar fácilmente aumenta el riesgo de originar situaciones de desnutrición o déficit de micronutrientes; empeorar el riesgo cardiovascular de los pacientes; favorecer el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, de enorme gravedad y peor pronóstico que la propia obesidad, o inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan estados de 'resistencia' a la pérdida de peso". Así que si a la vecina del quinto le ha funcionado, que se la juegue ella.

4) Las dietas de la alcachofa, el té verde, el extracto de judía blanca, el pimiento y el mango son buenas porque son naturales
En palabras de Revenga, son "una sinvergonzonería sin ningún respaldo serio", vendida, eso sí, con un buen diseño y mucha palabrería pseudocientífica. Por increíble que parezca, la dieta de la alcachofa que publicitaban Rociíto, Lola Flores o María José Campanario está viviendo una segunda juventud. "Las dietas pasan de moda y transcurrido un tiempo resucitan. La dieta de la alcachofa se vio eclipsada por la actual corriente hiperproteica que, curiosamente parece que ahora empieza a decaer en cierta medida. Decaimiento que a su vez propicia el resurgimiento de aquellas que quedaron olvidadas tiempo atrás". Según los cálculos de Revenga, la dieta de la alcachofa te sale por unos 86 euros al mes en cápsulas y ampollas: un gran negocio que se aprovecha de la ignorancia de las personas con escasa educación.

5) Los productos 'sin' o 'light' te ayudan a no engordar
Falso, por una razón muy sencilla: con demasiada frecuencia, estos alimentos industriales "bajos" en algo son "altos" en otro elemento poco saludable. Un producto puede anunciar que no tiene grasa o colesterol, y a la vez incluir sal o azúcar añadido a cascoporro para seguir resultando atractivo al paladar. O al revés: anunciarse con el lema "sin azucar añadido" y estar cargadito de grasas hidrogenadas. "

6) El ejercicio lo arregla todo
Como cada vez está más demostrada la relación entre el aumento de la obesidad y el consumo de determinados productos (bebidas azucaradas -los mal llamados "refrescos"-, snacks, dulces y demás comida procesada), las grandes empresas que los elaboran han adoptado una nueva estrategia: colgarle el muerto al consumidor, contándole que si engorda es sólo porque lleva una vida sedentaria y no hace ejercicio. " "Esta maniobra ha sido capitaneada por Coca-Cola, quien hace más o menos dos años lanzó una campaña con este mensaje como centro: todos los alimentos contribuyen a la obesidad, nuestros productos no lo hacen ni más ni menos, todo depende del consumidor. Es el colmo de la desfachatez".
"Además, esta empresa pretendía proponerse como un aliado frente a la obesidad, y para ello recordaba que dentro del portfolio de la empresa figuraban otras bebidas con edulcorantes acalóricos y demás palabrería barata y buenrollista", prosigue. "A día de hoy muchas otras empresas del sector se han sumado a este mensaje. Sin embargo, tal y como sostiene Margaret Chan, directora general de la OMS: 'Entre las estrategias de la industria alimentaria destaca también el hacer descansar la responsabilidad de una mala salud en cada persona, individualmente; así como pretender hacer creer que las acciones de los gobiernos por regular estas cuestiones no son otra cosa sino una forma más de interferir en la libertad personal de cada cual y su derecho a elegir libremente”.

El último responsable de lo que te metes en la boca eres tú (qué gran frase). Pero recuerda que esta industria no te lo va a poner fácil si pretendes no caer en el sobrepeso: te abrasará a publicidad de productos que engordan, intentará colártelos como saludables y encima hará lobby para impedir que las autoridades implanten cualquier normativa que limite sus desmanes. "La industria van a la suya, y eso quiere decir vender más, más y más", denuncia Juan Revenga. "Usa cualquier resorte que siendo legal (aunque a veces ni eso) le conduzca a ese fin con independencia de los efectos colaterales. Con frecuencia utiliza la salud como un reclamo para vender y aumentar sus ingresos de forma absolutamente mezquina. Un ejemplo paradigmático de lo que digo lo tenemos en el bollycao “enriquecido en hierro”

7) Si una dieta viene avalada por un estudio o por un profesional sanitario, te puedes fiar de ella
Muchas soluciones milagro están respaldadas por estudios, habitualmente de universidades remotas, o por médicos o presuntos nutricionistas. Desconfía: por desgracia no faltan los señores con título académico dispuestos a vender su apoyo a cambio de dinero. "Tristemente es así, y no debería extrañarnos demasiado", reflexiona Revenga. "¿Son capaces todos lo policías de adecuarse al arquetipo del ideal policial? ¿Son capaces de así hacerlo los curas, los políticos, los fontaneros, etcétera? No sé por qué los científicos iban a ser diferentes. Me resulta duro decir esto, pero opino que todo el mundo tiene un precio y creo que no es especialmente vergonzoso el reconocerlo".

8) Contar calorías es la mejor manera de adelgazar
"Es inútil al tiempo que torturador", señala Juan Revenga. Según el nutricionista, las tablas de composición de alimentos (aquellas que nos informan, entre otras cosas, de las calorías de los alimentos) "tienen más fallos que una escopeta de feria". "Al mismo tiempo el cálculo preciso de nuestro gasto calórico se hace forma indirecta a partir de modelos matemáticos que tienen, también, un relativamente amplio margen de error". El recuento calórico no sólo puede dar resultados erróneos, sino que además es un suplicio para el obeso. "Con esta estrategia se llega a despropósitos irracionales cuando, por ejemplo, según los cálculos de nuestro programa de dietas por calorías se sugiere que el paciente tiene que tomar 87 gramos de yogur… entonces ¿qué se hace con los 38 gramos restantes que habitualmente tiene un yogur? Y pesar 112 gramos de huevo, ¿acaso resulta más cómodo? Un sinsentido".

Ante este panorama,…¿Qué hacer? Pues armarse de paciencia lo primero. Seguir una dieta adecuada a la edad, sexo, actividad a realizar,… y empezar a cambiar hábitos de vida. Seamos claros: todo lo que entra por nuestra boca “engorda” (si se me permite la expresión) a excepción del agua, siempre y cuando la suma de todo ello a lo largo del día sea superior a lo que hayamos quemado con nuestra actividad y gasto basal.

Aprender a comer, a hacer las cinco comidas diarias asegurándose de que entran todos los nutrientes que requerimos, a ir apartando para siempre un tipo de comida que no solo es que sea más calórica: es que generalmente es muy perjudicial para la salud. Y realizar por supuesto el programa de ejercicio adecuado en función de las circunstancias de cada uno y de sus propios gustos.

¿Es esto fácil? Rotundamente no. Es muy difícil. Por eso igual que proliferan y se ponen de moda dietas, al poco tiempo surgen otras. Cuando ya la gente se ha dado cuenta de que las que seguían no sirven . Eso sí, se ilusionan con otra nueva de la cual han oído maravillas.

… Y es que en la vida, qué pocas cosas se consigue sin esfuerzo.

   

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