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¿PULSOMETRO O POTENCIOMETRO?

Se han popularizado en los últimos años . Contador cuelga sus entrenos en las redes sociales y se puede ver en la pantalla los vatios que mueve. En la Vuelta a España Froome no paraba de mirar ese aparatito que llevaba en el manillar. Nos referiemos a los potenciómetros, comúnmente usados por los profesionales y cada vez más por los aficionados.

Me preguntan con frecuencia si merece la pena invertir en uno de ellos ya que desde luego baratos no resultan. Mi respuesta es siempre la misma: sí siempre y cuando sepas utilizarlo correctamente y si andas desahogado económicamente puesto que siempre existen otras prioridades en la vida. En el siguiente artículo escribiré sobre las ventajas que tiene su uso y sus diferencias con el pulsómetro.

Ya la aparición de estos supuso una auténtica revolución. Siempre se había entrenado por sensaciones (y con los piques entre compañeros) pero en un momento determinado se inventaron los pulsómetros con la intención de cuantificar el trabajo que producía un deportista. Se trataba de poder medir de alguna forma el esfuerzo y la carga de trabajo que se produciía durante el ejercicio Fue a mediados de los ochenta cuando empezaron a usarse estos monitories que ulizaban los latidos por minutos del corazón para cuantificar este trabajo Por entonces escoger el corazón como la manera de medir el funcionamiento del motor del ciclista era la mejor aproximación que se pudo realizar para medir el trabajo que producía. Sin embargo, actualmente, y a diferencia de otros deportes, los ciclistas tienen la gran ventaja de poder disponer de medidores de potencia. En el atletismo, por ejemplo, el pulsómetro es el único elemento utilizable para medir el rendimiento. Aparte por supuesto de lo que ha supuesto el entrenamiento de siempre: el tiempo empleado en recorrer una distancia determinada.

Un vatio es una unidad de potencia que no tiene discusión pero no ocurre igual con los latidos del corazón. Y es que estos están sujetos a multitud de factores incontrolables como temperatura, humedad, cansancio acumulado… Imaginemos que estamos haciendo series y ese día hemos dormido mal, hace mucho calor y mucha humedad; a 170 pulsaciones probablemente estemos rindiendo menos que en otra sesión, al mismo ritmo cardíaco, en el que la temperatura fuese templada y con una humedad óptima.

Con el potenciómetro sin embargo esto no ocurre. La gran ventaja de estos es es que son objetivos, no se ven influenciados por estados de ánimo, cansancio o condiciones meteorológicas. Si hace dos días hicimos una serie a 270W y hoy estamos cansados, no podremos hacerla, o bien nos costará más acabarla, y os aseguro que el pulso de un día no tendrá que ver nada con el otro. El medidor de potencia no miente, para bien y para mal. ¿Cuántas veces hemos oído aquello de “hoy no voy bien, no subo de pulsaciones”? Puede que no vayas bien, es verdad, o puede que gracias al entrenamiento se haya producido una adaptación fisiológica y no necesites bombear tan rápido para realizar el mismo trabajo . Esto no lo puedes saber si no es con un medidor de potencia.

La principal ventaja de los medidores de potencia es que al poder medir la cantidad de trabajo de cada entrenamiento, se pueden tener los datos precisos de la carga, el volumen y la intensidad del entrenamiento durante todo el periodo que dure. Observando las cargas de entreno acumuladas y una bajada progresiva del rendimiento podemos llegar a deducir que algo no funciona y que estamos sobreentrenados. Y eso se comprueba también con los test que podemos realizarnos para comprobar nuestra evolución

Para mí como entrenador una de las grandes ventajas es que con un medidor de potencia me aseguro que el ciclista hace las series exactamente como yo quiero que la haga ese día. Pongo un ejemplo: quiero que un día se trabaje la potencia anaeróbica y mando 10 seriees x 10 seg a 450 w. Con el medidor de potencia la serie empezaría a contar cuando el ciclista comenzara a producir esos 450 w. Sin embargo, pongamos que tenemos que hacer series de 10 segundos a 180 pulsaciones, desde que empezamos a aplicar mucha potencia, hasta que el corazón alcanza las 180 pulsaciones pueden pasar muchos segundos, y en la práctica las series no duran 10 segundos sino minutos incluso.

Usarlo en competición tiene sus ventajeas. Porque si nos fijamos en el pulso volvemos a lo de siempre: las variables son muchas (la temperatura, el descanso… a lo cual hay que unir los nervios y adrenanalina típicos de las carreras) pero si utilizamos el potenciómetro en carrera y luego analizar posteriormente los datos, podemos saber qué potencia y durante cuánto tiempo necesitamos mantenerla para no perder al grupo en las aceleraciones, o a cuántos vatios hay que subir en los puertos para no perder al grupo de cabeza. Otra utilidad de un medidor de potencia es que es muy eficaz para dosificar el esfuerzo, sobretodo en los contrarrelojes.

En las sesiones de entrenamiento podemos saber cuántos vatios se producen durante el tiempo de la crono y procurar mantenerlos durante toda la crono. Si hacemos la misma crono por sensaciones, lo normal sería empezar por encima de nuestras posibilidades y acabar muy por debajo. Con el medidor de potencia nos dosificamos de forma óptima y maximizamos el rendimiento.


Como habéis visto las ventajas de los potenciómetros son múltiples. Y , ¿qué hay de lo negativo? Lo apuntado al principio. Si no sabes cómo se hace un test, como sacar del mismo las zonas de trabajo, … tendrás un bonito aparato en tu bici … que no sirve para nada. Y por supuesto, el precio. Si eres de los afortunados que puedes costearte un capricho, adelante. Si por el contrario tienes que medir cada gasto, …. Preferible que inviertas en otros aspectos de la salud como puede ser un control analítico…. o pagarle a un entrandor para que te enseñe a entrenar. Así de claro.









   

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